Intervención de Elizabeth Romero, periodista del Diario La Prensa.
Hace 18 meses una funcionaria del gobierno me dijo que en el país había libertad de prensa y de expresión porque se me permitía decir lo que quería.
He preguntado a colegas amigos sobre lo que consideran de ese alegato oficial, estos refieren de que en realidad en el país no se ejerce la profesión en libertad, porque de hacerlo es peligroso. Y ya observamos ejemplos de cómo grupos vandálicos se pueden infiltrar en una protesta y arremeterla contra los periodistas.
A mi criterio, lo más peligroso no es la represalia que pueda enfrentar
quien ejerza un periodismo comprometido con las causas sociales, sino que muchos periodistas han empezado a autocensurarse, como una reacción de protección y en busca de seguridad ante el riesgo que representa el ejercicio del poder.
He escuchado a colegas periodistas que prefieren guardarse alguna pregunta comprometedora hacia un funcionario, pues aducen que de lo contrario no la invitarán nuevamente a otras actividades, lo que lleva a que el periodista se convierta en mero reproductor de los conferencistas.
Y es que quien ejerce un periodismo crítico, es mal visto en el país, y
debe enfrentar múltiples obstáculos para el ejercicio profesional: no hay acceso a coberturas de funcionarios públicos, cero entrevistas, cero información oficial, por tanto está impedido a presentar un producto
balanceado, en el menor de los casos, pues ha habido extremos donde intentan desacreditarte, o te lanzan amenazas veladas entre otras como represalia a la acuciosidad. Y para ello cuentan con el aparataje de sus instituciones que se encargan de distribuir las publicaciones en sus medios controlados. Pero como ha pasado con los diferentes sectores, utilizan a terceros para hacer creer que no es una práctica oficial.
En mi labor en dos ocasiones he sido víctima de espionaje, de filtración de correos electrónicos y de publicaciones calumniosas en espacios y redes sociales utilizados por allegados al oficialismo, en un intento por deslegitimar mi trabajo.
El panorama no parece mejorar. En los últimos meses he observado ciertas señales que apunta a la autocensura por parte de los dueños de espacios o de medios de comunicación independiente; y es autocensurarse o a plegarse a falsas posiciones neutrales. Lo grave de todo esto es de que el periodista, que no es dueño del espacio, muy poco puede hacer por lograr incidir en una publicación.
Ya han habido casos de relevancia que al interior del país han sido
ignorados o pasado por alto de forma premeditada, lo que deja entrever temor a represalias, presiones que muchas veces pueden ser económicas, o de otra índole.
Es de destacar que durante el segundo Examen Periódico Universal (EPU), en Ginebra, en mayo del 2014, países como Uruguay y Estados Unidos recomendaron a Nicaragua desarrollar esfuerzos para garantizar el pleno ejercicio de la libertad de información y expresión.
"Nicaragua debería establecer protecciones constitucionales para la
libertad de expresión, incluyendo la libertad de prensa, y no debería usar ningún medio administrativo, financiero o judicial para restringir ese derecho", dijo, en ese momento la representación de Estados Unidos.
Y es que sin duda la libertad de expresión es un derecho que es otorgado en un estado democrático, pero en la medida de que en Nicaragua se enrumbe hacia el totalitarismo, ese derecho está gravemente amenazado, pues el gobierno que debe garantizar el libre ejercicio de la libertad de expresión en el país representa la mayor amenaza, dado que en lugar de garantizar la libertad de prensa, es quien obstaculiza este derecho y practica la concentración de medios de comunicación que es una clara característica de
los sistemas totalitarios. Esto demuestra que su objetivo es controlar la
opinión pública y por eso debe controlar la libertad de expresión.
Quiero retomar las palabras del colega y especialista en temas de
seguridad ciudadana, Roberto Orozco, que considera que el gobierno lo que persigue es el principio de Edwards Barneys, un estadounidense considerado el padre de las relaciones públicas, que dice que el control de las masas por medio de la opinión pública es un gobierno invisible que él llama el verdadero gobierno.
Debido a esto, considero que el gobierno buscará controlar a los pocos medios independientes que aún quedan. Y lo hará por cualquiera de las vías siguientes: ofrecimiento de compra, coacción económica o coacción jurídica.
Llevar a los medios independientes a la desaparición por medio del ahogo económico y la presión judicial. Ese es el método que esperamos se desarrolle ahora.
A los periodistas los coopta por medio del sistema de premio o castigo, es decir, los compra con buenos salarios en los medios o les da mucha publicidad estatal para sus medios, o los intimida.
A lo largo de los últimos ocho años ha habido el cierre de espacios y
medios independientes de periodistas críticos que todos conocemos.
Considero que ante el cierre de espacios que se presenta en el país, el periodismo nacional debe innovar, aprender de experiencias de otros países donde han vencido esas barreras impuestas y aprovechar las nuevas herramientas que te permite la era digital y abrir otros campos donde puede llevar la información.
Solo deseo recordar que el periodismo es una profesión de vocación y
también debe aportar su parte como agente de cambio en una sociedad.